El cartero ya no lleva cartas de Amor
No había teléfonos móviles, ni chats para ligar, sólo teníamos papel y un corazón de poeta para escribir cartas de amor inolvidables, que luego llevarían en volandas aquellos honoríficos carteros, hasta llegar al corazón de la amada. Yo mismo recordaré por siempre a mí cartero, aquel que lo fue en los años en que me inicié en plena adolescencia. Y así un día, y otro día, hasta que uno se va haciendo mayor, y recuerda a Manolo, ese cartero que conocía a todo el mundo, que solo con verte la cara te decía si había, o no, carta hoy. Así era aún en los años 70. Con el tiempo nos hemos quedado sin las cartas de amor y sin aquellos carteros, que lo daban todo por encontrar a su destinatario. Los e-mails, wasap, SMS y demás tecnología han sustituido aquellas correspondencias esperadas. Hoy, por desgracia, los buzones se llenan de fría publicidad, de cartas de bancos. No reciben ni una carta de amor, ni de amistad, que en realidad eran todo un ramo de literatura, un instrumento de comunicación humana. Correos, desde luego, estará ligado sobre todo a esas cartas desbordantes de sentimientos humanos que nunca debieron perderse. Los buzones pasarán a la historia como tantas otras cosas.
Todo progreso corre el riesgo de degradarse y comporta un doble juego dramático de progresión y regresión.
C’est lui qui venait chaque jour
Les bras chargés de tous les mots d’amour
C’est lui qui tenait dans ses mains
La fleur d’amour cueillie dans ton jardín
Es el que venía cada día
Con los brazos cargados de todas las palabras de amor
Es el que llevaba en las manos
La flor de amor cogida de tu jardín
Canción de Georges Moustaki. (Le jeune facteur est mort) – (El joven cartero ha muerto)